La chica de MANDARINA

Un sábado soleado una chica iba camino a casa de sus tíos, que le habían pedido si podía pasear a su perro, un labrador monísimo con un pelo suave, brillante y negro como el azabache. De camino se iba comiendo una mandarina de desayuno ya que la joven se había levantado tarde y no le había dado tiempo de nada. Al llegar se encontró la puerta del jardín cerrada, saco las llaves y abrió. El perro fue corriendo hacia ella porque sabía que iban a pasear.

Al acabar el paseo la chica entro en casa de sus tíos para coger la comida del perro, abrió la puerta y vio a su primo sentado en el sofá, sonrió y con un dulce tono de voz le dijo- buenos días- él le contesto con una cálida sonrisa. Ella un poco nerviosa entro en la cocina pero no encontraba la llave para abrir la puerta trasera, se quedo en la puerta y le dijo a su primo- no encuentro la llave de la puerta de atrás- él se levanto con dificultad, ya que tenía el tobillo esgonzado, entraron en la cocina y ella se apoyo en el mármol para dejar vía libre a su primo para que buscara. Su primo busco la llave pero no la encontró. De repente solo se oía los dos corazones latir, solo se veían unos ojos de color verde y color marrón, se fueron acercando poco a poco hasta que al fin los labios se unieron en una caricia. El muchacho con nervios le desabrocho el abrigo a su prima, mientras ella temblaba entre preguntas sin respuesta volátil, dejo caer el abrigo. Entre preguntas, besos y respiraciones aceleradas la chica lo acaricio y él le beso la mano oliendo el dulce rastro que había dejado la mandarina en ella. El la guio y la llevo al sofá, hay el muchacho vio como su prima se tumbaba y él lo izo después. Buscando un anhelo, unos labios jugosos llenos de juegos y travesuras se encontraron. Tirando recuerdos por la azotea los dos se amaron. Mientras los minutos pasaban y las horas se acercaban ambos más se unieron