
Siempre quiero más, siempre deseo lo de los demás, egoísmo es lo que retumba en mi cabeza. Como un viento helado y frío me recorres la espalda, como una hacha de ráfagas de doble filo te apoderas de mi mente y me controlas, como un títere a tu tozudez, como si fuera simple fango me moldeas, como una canción repetida me cansas, como un sabor acumulado en el paladar te aborrezco. Rodeada de supuestas tinieblas medito en el gallo de voz. Con las lágrimas absurdas a punto de tirarse por el trampolín pienso por el motivo, no le encuentro sentido. Sin laca en un viaje en globo, rebuscando como si buscara pruebas, lamiéndome los labios para recordar la sensación de ese beso, un anuncio en medio de l’ acción, la esperanza de una pasión perdida, un reproductor sin pilas, un tacón roto, la parte verde de la sandia, un sabor amargo, un jarabe de recuerdo, una serie finalizada, esas miradas ya jubiladas, esas voces ya apagadas, ese instante olvidado, esa persona fuera de tu memoria y de cuerpo presente en el cementerio, el fondo de esa piscina lleno de hojas y algas, pilas agotadas por el vaivén del sol y sus canciones …
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