Costumbres pegadas a la piel imposibles de quitar. Me siento impotente delante de tanto sobresaliente, me siento incapaz de sacar alguno. Todo mi pasado me hunde, no me deja avanzar… ver como mi madre me abandona, hace que me sienta como una hija lejana me hace sentir fatal, que mi padre me diga todos los problemas superficiales me afecta, que no me diga los personales me aparta de él.
Siempre estoy aguantando, hasta que alguna lágrima húmeda corre por mi mejilla, ella lo desata todo, desata el corsé de mi corazón, desata el dolor enjaulado, ese dolor acumulado más grande que mi cuerpo. Por culpa de esa lágrima maldita mi mente vuelve al pasado, a ese pasado maldito e infernal. No sé cómo expresarlo, el dolor que siento en mi interior es tan grande y profundo que ya no le encuentro ni sentido, a veces pienso que ya no vale la pena pensar en ellos que no vale la pena guardarlos en mi mente, pero siempre viene alguno nuevo y me los junta otra vez.
Qué bonita sonrisa me dicen, me lo dicen sin saber si esa sonrisa es verdadera o no, para mí que la sonrisa que tengo es falsa ya viene de fabrica. La lluvia que moja mis ojos y acaba en mis labios arrugados por el sentimiento es amarga. La mente me dice que tontería, el corazón dice duele, no se ha cual seguir, si a mi razón o a mi corazón estoy satura de tanta confusión quiero ver la luz.
Separa felicidad y tristeza... ¿cómo? Cuando viene la felicidad detrás va la tristeza si te acuerdas de la felicidad te acuerdas de la tristeza todo va ligado, ese nudo lo quiero desatar. No soporta la estupidez o “inteligencia” de las demás. Siempre por delante de mí, quiero ponerles la zancadilla pero nunca tengo el valor suficiente. Tanto desconsuelo hay dentro de mí que no se por donde cogerlo. ¿Inteligente dices? No sé donde ves la inteligencia, inteligente seria pasar de todo, hacer caso a la razón y seguir adelante, pero soy masoquista y estúpida y voy a seguir a mi corazón.
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